Dios mío, qué difícil es
dejar de pecar, qué difícil es.
Creo que nunca lo conseguiré.
No sé cómo hacerlo, no puedo vencer.
Y esa horrible sensación
de ser siempre una continua decepción;
lo que quiero no hago y lo que hago no…
¿Cómo me presento así frente a mi Dios?
No sé caminar recto.
¿De verdad soy tibio y no me lo he propuesto?
Sabes bien mi Dios que yo estoy luchando,
me has hecho santo y no me lo merezco.
Y no logro dar la talla
me cuesta levantarme y no tirar la toalla.
Y creo que vives en mí
pero me veo solo en cada batalla.
Pero en la oscuridad
de repente algo en mí empieza a brillar.
Yo lo llamo esa dulce sensación:
tu Espíritu Santo comenzó a sanar
me recuerda que con Él
nada me separa del amor de Dios
y de alguna forma brota en mí una paz.
Si sabes de qué hablo canta esta canción:
Tú caminas a mi lado
En ninguna lucha me has abandonado
Sé que pagaste por mis pecados.
Por cada uno de ellos Tú me has perdonado
Y he bebido el Agua Viva
he dejado de vagar a la deriva,
porque aunque en la tempestad me esté hundiendo
el que calma los mares conmigo camina
Así que: Perdóname, Señor
Ten piedad de mí, pecador.
Hoy pongo a tus pies
mi humillado y contrito corazón.