Un pastor compartía recientemente: Acabo de estar en una conferencia, que fue impresionante y como buen pastor de adoración, fui al seminario sobre adoración. He asistido a muchos seminarios de adoración (todos muy útiles), pero en la sesión de preguntas y respuestas al final, siempre hay una pregunta del público (y siempre viene de un hombre) y es la siguiente;
«¿Crees que hay demasiadas canciones ‘femeninas’ tipo ‘Jesús, eres mi amante’ y crees que desaniman a los hombres a venir a la iglesia porque es difícil para los hombres pensar en términos de ‘enamorarse’ de Jesús?»
Y luego se sugiere esto como una de las razones por las que tenemos tan pocos hombres en la iglesia, porque no hablamos el lenguaje de los hombres en el culto.
Entiendo perfectamente el sentido de la pregunta: un hombre heterosexual que canta sobre el enamoramiento de Jesús, que era/es un hombre, es, imagino, totalmente extraño y desagradable. Pero la pregunta también me deja muy perplejo por una serie de razones que fascinarían a cualquier sociólogo que investigue un poco sobre la base del problema.
1 La mayoría de las canciones que hablan del amor de Dios están escritas por hombres.
Cuando se hace esta pregunta, a menudo me siento responsable de que los hombres no puedan conectar con estas canciones en nuestro culto y me pregunto cómo puedo hacer que el culto sea más accesible y entonces recuerdo que casi todas las canciones de mi conjunto de culto (incluidas las íntimas) fueron escritas por un hombre/grupo de hombres. Por lo que sé, estos tipos son hombres bastante normales y masculinos. Es decir, la mayoría de ellos tienen esposas y juegan al fútbol, etc. (si es que esto cuenta como atributos masculinos), así que debe haber una razón para que escriban estas canciones personales sobre una relación íntima con Jesús.
De hecho, creo que deberíamos darles una palmadita en la espalda, ya que el objetivo de nuestras vidas cristianas no es otro que crecer en nuestra relación con Dios de forma más profunda e íntima.
¿Es el amor y el enamoramiento un atributo femenino? Incluso el hombre más masculino se enamora.
No entiendo por qué hemos decidido etiquetar las canciones de adoración cristianas íntimas como femeninas, ya que en el mundo de la música secular no se piensa menos en un hombre que escribe una canción de amor. ¿Qué hace que una canción de adoración sea femenina? No lo entiendo. Incluso Bon Jovi cantó sobre flores «Bed of Roses». Estoy bastante seguro de que todos los hombres tienen al menos una canción de amor sensiblera en su colección de música. ¿Esto les hace menos hombres? ¿Y los sonetos de Shakespeare? ¿El Cantar de los Cantares de Salomón? ¿Las tres cartas de Juan sobre el amor? ¿Los innumerables teólogos que han relatado sus experiencias del amor de Dios?
A lo largo de la historia, es a través de los hombres como Dios ha comunicado y descrito más su amor, y eso fue llevado a la plenitud en la persona de Jesús, un hombre. Evidentemente, los escritos de mayoría masculina se deben principalmente a razones culturales, pero aun así Dios se las ha arreglado bien. El amor y la intimidad no son masculinos ni femeninos, sino universales. Todos experimentamos el amor. Sí, hay diferentes tipos, pero tanto los hombres como las mujeres están hechos para recibir amor y vivir en relaciones íntimas.
En los últimos 5 años más o menos no se han escrito muchas de estas canciones íntimas
Las canciones que parecen causar más tensión fueron escritas en su mayoría a finales de los 90/principios de los 00 durante un tiempo de renovación (bendición de Toronto), cuando la gente experimentaba el amor del Padre de una manera nueva- o antes de eso en los 70/principios de los 80. Nuestras nuevas canciones actuales son en su mayoría himnos y hablan de la grandeza de Dios. Circulan muy pocas canciones nuevas sobre la entrega, la adopción y la intimidad. Esto puede deberse a que Dios se está revelando principalmente de esta manera en este momento, pero todavía necesitamos canciones sobre el amor de Dios. Al fin y al cabo, es su amor el que nos cambia. Quiero más, no menos.
Las mujeres también encuentran raro el concepto de enamorarse de Jesús.
Una reputada servidora de Dios de la iglesia St Gabriel en Cricklewood, Londres, compartía lo siguiente: Nunca me ha gustado Jesús. Nunca he coqueteado con él en mis momentos de tranquilidad. No hay tensión sexual en nuestra relación. Es un error pensar en Jesús en esos términos. Mi concepto de dar mi amor y recibir el de Dios está siempre en el contexto de que su amor no es igual al mío. El mío viene de un lugar de agradecimiento indigno y de un conocimiento parcial de lo impresionante que es. El amor de Dios viene de un lugar en el que él se humilla a mi nivel y supera con creces el mío en su extravagancia. El amor de Dios es santo. Cuando lo experimento, no siento una sensación de calor como cuando me he enamorado de un hombre. No, siento el fuego que quema lo impuro en mí y me limpia. Su amor es transformador. Va más allá de lo emocional y lo físico, hasta lo más profundo de mi alma. Me conoce mejor que yo misma. Me acoge en su abrazo, pero su amor es tan pesado que a menudo no llego a sus brazos y termino inclinado en reverencia. Es más íntimo de lo que conozco y, sin embargo, no puedo acercarme demasiado porque llega más allá de todo lo que soy. Es constante y fiable. Siempre respeta y protege mi vulnerabilidad, siempre soy suficiente tal y como soy, nunca se me juzga, siempre se me acepta. Ahora no puedo pensar en qué se parece esto al amor humano.
Confieso que me frustra la cuestión de las «canciones de amor a Jesús», pero también reconozco que tenemos un problema: que estamos afectados por nuestra cultura, que ha puesto el amor de la mano del sexo. Somos una generación tan sexualizada que interrumpe nuestra comprensión y exploración de la intimidad con Dios y los líderes de la adoración deben ser sensibles a esto. Estoy tratando de averiguar cómo podemos promover el tipo correcto de intimidad en nuestros servicios y utilizar estas canciones de la forma en que fueron escritas para ser cantadas, porque necesitamos cantar sobre lo mucho que amamos a Jesús.
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